Leiter creció en el seno de una familia judía y se trasladó a Nueva York después de abandonar los estudios de Teología para estudiar Arte. Ya en Nueva York, con 23 años, conoció a Richard Pousette-Dart, uno de los grandes nombres del Expresionismo Abstracto neoyorquino. Éste mismo, junto al fotoperiodista William Eugene Smith, le persuadió para que comenzara a tomar fotografías. Consiguió una Leica de 35 mm. a cambio de unas láminas de Eugene Smith y emprendió su camino.
Durante los siguientes veinte años, Leiter se dedicó a la fotografía de moda. Trabajó para revistas de moda como Elle, Esquire y Harper's Baazar. Casi siempre utilizando el color como su propia marca definitoria. A pesar de verse envuelto en el mundo comercial y a menudo frío de las editoriales, Leiter no abandonó su mirada nómada y curiosa, y siguió deambulando por la ciudad en busca de sutiles collages, tan frágiles como reales.
A menudo se le ha tratado como el precursor más importante de la fotografía en color o como el fotógrafo con alma de pintor, pues, a diferencia de otros fotógrafos de la época, Leiter utiliza el color como una parte más de la fotografía. Los colores juegan su propio papel en la composición y cuentan su propia historia.
La obra de Saul Leiter y él mismo cuestionan de una manera silenciosa pero intensa -una actitud que mantuvo a lo largo de toda su vida- la consideración de la fotografía y del arte en general como algo puramente visual, que sólo tiene en cuenta lo que se ve. Una consideración del arte con frecuencia aceptada como un procedimiento que se limita a lo externo, a lo evidente, sin tener en cuenta todo lo que tiene que contar lo que no se ve, cuya historia es siempre más intensa y real que su evidente paralelo.
En los 70, cuando el MoMA de Nueva York presentaba por primera vez la exposición en color de William Eggleston -considerado uno de los máximos representantes del color- y marcaba un hito en la fotografía, Leiter ya había abandonado el mundo editorial y se había refugiado en su estudio, evitando la pobreza como podía y acompañado de la pintora y modelo Soames Batry.
En los 80, el historiador Martin Harrison llamó a su puerta tras diez años de búsqueda. Los esfuerzos de Harrison fueron la clave para devolver a Leiter al sitio que merecía en la historia. Harrison se encargó de la edición de Early Color, publicado por la editorial Steidl, que rápidamente y de forma merecida se convirtió en un clásico.
En 2012, Thomas Leach estrenó el documental In no great hurry- 13 lessons in life with Saul Leiter, una cinta repleta de ternura y tranquilidad, tal y como su protagonista. Una cinta que retrata a un hombre enamorado inconscientemente de la belleza, que traza una búsqueda y un camino constante. Un hombre ataviado en un chaleco beige y un sombrero de pescador que, como él mismo dice: "Quizá yo esté pasado de moda. pero creo que existe éso que llamamos la búsqueda de la belleza, el placer por las cosas hermosas del mundo. Y no creo que uno deba pedir perdón por ello”.
El, NY. 1950
De Early Colour. Publicado en 2006
Red Umbrella. De Early Colour. 2006. Al situar el objeto sobre el que quiere llamar la atención en una esquina de la foto consigue atraer más la vista hacia ese objeto
y darle aún más misterio e intensidad del que ya tiene. Lo mejor en composición.
De Early Colour. 2006
De Early Black and White. 2008
Harlem. 1960
De Early Colour. 2006
De Early Colour. 2006
Early Colour. 2006. Otro ejemplo de composición igual que en Red Umbrella, donde el objeto está situado en una esquina del encuadre, consiguiendo toda la atención
Estas cinco últimas de Early Colour. 2006
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