A la luz de una tarde

Se imaginaba las palabras flotando ligeras, a tientas, delante de un velo vacío e inocuo.

Se imaginaba las palabras como las alas batiendo de un pájaro de cristal incandescente. Se imaginaba viviendo en ese instante. Envuelto bajo la piel transparente y diáfana de un pájaro vidrioso. Un pájaro frágil y a menudo inquebrantable llamado Silencio.

Detenido el Mundo por un instante, sus alas seguirían flotando. La eternidad hecha movimiento. Batiendo el propio viento que las sustenta. Girando el propio Mundo que las crea.

 

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